miércoles, junio 17, 2009

VIVIENDA DE MAYORES.





¡Menudo ajetreo hay en la vivienda!, y lo bien que me lo paso yo con todas las historias que me cuentan estos ancianos encantadores...

Manuel, por fin, consiguió plaza en una residencia más cercana al pueblo donde vive su familia. Ni siquiera quisó ir a visitarla antes para ver si era o no de su agrado. Tenía muy claro que si su hermana estaba cerca era más que suficiente, y también tenía claro que nada le ataba a este pueblo después de tres años viviendo en él. Marina dice que mejor, porque ahora el mando a distancia de la tele no tiene dueño y por fin puede ver el "pasapalabra".

Hay otros tres mozos nuevos viviendo en ella, sin contar a la única moza que es la Marina. Me muero de risa cuando me dice que se cierra con llave por las noches no vaya a ser que alguno tenga un mal pensamiento, ha desarrollado una habilidad especial para saber si alguien escucha detrás de una puerta...y yo le digo que disfrute, que a ver si ahora le sale novio y vamos de boda, menos mal que la Marina es más moderna que yo y no se me escandaliza por nada.

Con Marina sigo pasando largos ratos de cháchara. Es curioso que a sus 83 años en muchas ocasiones casi no noto la diferencia de edad. Me sorprendo cuando me doy cuenta de que con ella se puede hablar de cualquier cosa, siempre me recuerda la cantidad de problemas que tuvo en su juventud por ser tan adelantada a su tiempo.

Uno de los nuevos habitantes, según las malas lenguas, ha sido desterrado a este lugar porque en el anterior hogar que tuvo se enzarzó en una pelea con un compañero de habitación y tuvo que intervenir hasta la guardia civil. No es santo de la devoción de Marina, dice que es cotillo, pesado y que el otro día por intentar enterarse de lo que ella hablaba con una sobrina mientras paseaba por la calle, se le acercó muy caballeroso y le cogió del brazo diciéndole que él la ayudaba a subirse a la acera. Marina que es la independencia personificada, y que encima no le puede ni ver, le quitó el brazo con fuerza mientras le decía: "¡quita desgraciao!", y allí estaba yo muerta de la risa porque como decía mi abuela hay potros por domar, pues eso digo yo, genio y figura...

Otro de los habitantes es un señor que no está muy bien. Al parecer en sus tiempos fue un vivales, muy festero, hasta que murió su madre y cogió una depresión que ya no le dejó levantar cabeza. Pocas veces se deja ver, se pasa el día en la cama, aunque hemos progresado porque últimamente cuando he ido me lo he encontrado y he conseguido intercambiar cuatro palabras con él. Marina dice que eso es un milagro, así que me doy por satisfecha.

Total que cinco moradores solteros conviven en este lugar que espero que exista en todos los pueblos del mundo, porque es una maravilla poder seguir siendo independiente, y al mismo tiempo, estar perfectamente atendido y controlado las 24 horas del día en un lugar del corazón.

Para finalizar me quedo con unas palabras que me regaló Marina el otro día:

-Te tengo como a una nieta.
-Pues yo a usted como a una abuela, que las mias ya se fueron.
-Es que te quiero mucho, bueno os quiero a los dos.
-Pues como nosotros a usted.

Porque el roce hace el cariño, es verdad, y todo esto mientras se peinaba para la foto, diciéndome a la vez que no se fia de mi cuando la retrato porque luego la pongo en "internete" para que la vea todo el mundo, y que bien me conoce...

2 comentarios:

belén dijo...

Un "bico" enorme para Marina que sale muy guapetona en la foto, quien me diera a mí llegar así a su edad. Que gracia ella con su cabeza tan bien amueblada por lo que cuentas, espantando a unos y otros, jajaja debe de ser la pera.
No sé como será la vivienda en la que ella está ; pero para mi desgracia a todas las que yo he ido, que han sido unas cuantas, siempre me he marchado con el alma encogida porque lo único que veía en los ojos de los ancianos era una inmensa tristeza. Mi abuela terminó los días en una residencia, ingresó con un alzheimer muy avanzado cuando ya no conocía a nadie y tenía etapas agresivas. Hoy me arrepiento de no haber ido a verla más; pero es que cada vez que salía de allí me echaba dos semanas echa polvo, llorando por todas las esquinas. Es tan triste que una persona a la que quieres te diga que no sabe quien eres...Siempre que iba le cantaba e intentaba que se riera a carcajadas. Me quedo con lo bueno con esos ratitos en los que aunque no se enterase de nada , sospecho que era feliz.


Un besazo enorme para todos esos ancianos que tenemos tan olvidados y que con un rato de nuestra compañía se sienten un pelín más contentos y para las personas que las cuidan con cariño que aunque parezca mentira alguna hay.


"El bien que hacemos a los demás, aunque no nos lo agradezcan, siempre se queda en nosotros, nos enriquece y nos hace mejores".

Lorena dijo...

Belén: ¡Hola guapa!, más de una vez he tenido que visitar una residencia de ancianos, en el blog he contado mi experiencia en estos lugares donde es cierto que se intuye mucha soledad. La vivienda es diferente, ellos viven todos juntos pero sólo se admiten a personas que se valgan por si mismas. Es como un hotel, les limpian la habitación, les hacen el desayuno, comida y cena, les lavan la ropa, están muy bien y pueden seguir viviendo en su pueblo, entran y salen cuando quieren, van de día a sus casas y luego acuden a las comidas. Es otra cosa, no es una residencia. Como veras me lo paso de maravilla con ellos. Salen todos a recibirte con la sonrisa en la boca.
En mi caso tuve mucha suerte y estrujé mucho a mis abuelas, las disfruté un montón, pero aún así nunca es suficiente¿verdad?. Muchos besitos!!